Nunca he vivido unos carnavales metido en plena voragine del petardeo más carnal y cuaresmal en su estado puro.
A lo más que había llegado es a divisar las carrozas y pantomimas desde el balcón de mi apartamento de esos desfiles de domingo carnavalero en mi ciudad de origen Leganés.
Pero todo debe cambiar y he aqui, que al haber conocido a este grupete de amigos del Perro Loko Team, me propusierón disfrutar de una voragine carnavalera en conjunto con un fin de semana loco de nieve y esquí en la magnifica estación de Cerler, la cúal ya es como mi residencia invernal.
El dilema se planteo a la hora de elegir disfraz y disfrutar del 2x1 que ofrecián desde las taquillas del forfait celeriano. La cosa estaba complicada, sin mucho tiempo de preparación y con poco dinero que gastarse, pero este equipo resuelve las situaciones más extremas de una forma lucida, económica y bien facil. Así que fuimos la mayoría de los madrileños de vaca, con alguna incorporación aislada de pollo, lobo feroz, payasete e indio.
Y de ahí a las pistas todo el ganaillo, a pastar no en verde, sino en el manto blanco bajo el cielo soledo del valle de Benasque. En benasque y Cerler, nos encontramos con nuestros amigos aragones. Los mañicos bien representados por Ricardo, Tere, Ana, Kako, Lisin y otros muchos más, que iban de bebes azulados y chupetín para no llorar. Angeliltos míos.
A mitad de la mañana del sábado todos los esquiadores tocados por la varita del disfraz, procedimos a hacer la bajada oficial del famoso 9 km, desde el pico Gallinero al Molino, bajo un sol de justicia y bien colocaditos y ordenados. Una larga fila de cientos de esquiadores que presumian de sus coloridos y retocados atuendos sobre las tablas.
Y por la noche, como no, procedimos a la cena bodorrio, es decir, ciento y la madre, ya sin nuestras mejores galas, pero habiendo hecho acopio de unos moscateles y vinos rancios en el entrañable "Guarro" de Benasque, con el espiritu cargado de Don Carnal.
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