El día amanecío soleado, y antes de salir de las paradísicas playas del norte de la isla cercanas al lodge de Kendwa, visitamos el jardín de las especias.
El jardín de las especias, no es otra cosa que un lugar en donde los zanzibeños cultivan una gran variedad de árboles y plantas de especias. Especias que mayoritaríamente fuerón introducidas por los árabes e híndues desde Asia y Oriente medio a África.
La reina de las especias es el árbol de la canela. El canelo; y el rey de las especias es el árbol del clavo. Pero otras especias y sus misterios nos fuerón introducidos y bien argumentados por un simpatico tanzano, que hablaba un muy buen castellano y era bastante dicharachero.
Ahí, los jovenes viajeros, pudimos observar de donde procedían especias tan populares en la cocina mediterranea y asiatica como la pimienta negra, la nuez moscada, el gengibre, el colorante de las paellas y el curry, una curiosa flor de color carmín o rojo intenso y utilizada en la industria cosmetica, y frutas como la bonita planta de la piña, el papayo, el mango, etc, etc.
Pusimos rumbo a Stonetown. Esta ciudad esta bastante deteriorada y aún siendo patrimonío de la humanidad, necesita Dios y ayuda para compararla con otras "joyitas" de la humanidad en cuanto a belleza y cuidado.
La cultura musulmana esta presente en cualquier rincón de la ciudad. Pero aqui no os vaís a encontrar mulsulmanes extremistas. Todo lo contrarío, son gentes abiertas, risueñas y de sonrisa fácil.
Al mzungo, u hombre blanco, cientos de vendedores ambulantes y callejeros le asedían con ventas de gangas y souvenirs. A todos, hay que espantarlos como a las moscas, a no ser que uno quiera "lío" de compras, y por supuesto entrar al regateo. ¡Claro!.
El gran mercado nos da entrada a la zona vieja, ý con ella callejuelas y edificios de estilo árabe, entremezclados con casas coloniales, puertas de madera con tallados vistosos, la casa de las maravillas o el palacete del antiguo sultán y fortines portugueses.
Stonetown fue ciudad de trata de esclavos y de negocios de especias y telas entre Oriente y Occidente . Una pequeña Genova o Venecia a la áfricana.
Tras el callejeo y las últimas compras, nos despedimos de Stonetown, de Zanzibar y de África, contemplando la puesta de sol desde su famosa y cargada de esencia Casa de África.
Y me despido de todos vosotros, sobre todo a los que hayaís finalizado de leer los emocionantes ocho articulos de esta corta pero llena pericia áfricana. A todos muchas gracias o asante sana por haberme aguantado y a África solo la digo que volveré y regresaré con las mismas ganas con las que he ido en esta última ocasión. Preparado para saborear y disfrutar de más emociones e historias. Un beso muy fuerte al continente con cuerno de rinoceronte, y ojala, ojala que le sigamos viendo no como al hermano pobre, sino como el hermano mayor que nos enseña y nos enseñara lo más humano que al homo sapiens aún le queda, su conciencia.
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